La mangoleteira Eran la diez de la mañana de un doce de julio, el mercado de Santiago parecía mas bullicioso que nunca, ella estaba contenta de tener ese contacto con el verdadero pueblo. Llevaba en su brazo derecho un enorme manojo de flores amarillas que finalizaba de comprar y una mujer que salía a su encuentro le dice: guapa, se le ofrece bragas... braguiñas ... mientras ella se las mostraba de frente, casi encima de la que a ella le fascina . La esperanza ese mercado le daba la oportunidad de conocer el verdadero pueblo de la gente. Le encantaba observar como regateaban los precios, cosa que ella era incapaz de hacer. Alli estaban todos los colores y olores que tantas veces había pintado en sus cuadros, no porque los había mirado, sino porque su padre y abuelos le habían contado. Más adelante , empuñando la mano izquierda con la cámara le tomó una foto a una vieja vendedoira de huevos y gallinas , esta al darse cuenta dijo unas frases, y se marchó del lugar.